Cinco chicas del pueblo entran en la iglesia, cantando y vestidas con trajes regionales; y hacen ofrendas a la Virgen: dos palomas y una «rosca de piñonate», dulce típico del pueblo.
Su origen se remonta al papa Gelasio, en el 496, quien instituyó la fiesta de la Purificación de la Virgen, asimilando festejos romanos y otros anteriores en que se rendía culto a la fecundidad.
Bestidas con el traje típico regional, reciben el nombre de “purificadas”. Lleva cada una un distintivo: la primera porta una pandereta que toca acompasadamente y con la que acompaña el canto que ejecutan ella y sus cuatro compañeras de ofrenda.